Quantcast
Channel: Conciertos y desconciertos
Viewing all articles
Browse latest Browse all 592

Phil Spector (1)

$
0
0
Uno de mis entretenimientos de fin de semana (weekend hobby que lo llamo cuando hablo conmigo mismo en inglés) consiste en ir paciente y sistemáticamente ordenando mi discoteca digital, tarea que preveo acabar durante mi jubilación. Como el objetivo es, más que tal, una excusa para divertirme un ratillo (to have a good time", in my own and private words), me dedico, mientras escucho las canciones que tocan, a buscar datos para completar sus fichas y, en ese menester, es habitual que me vaya por las ramas, que parecen toboganes enjabonados por lo fácil que uno se desliza. Este pasado y largo fin de semana me topé con un triple álbum recopilatorio de temas producidos por Phil Spector entre 1959 y 1962 que, salvo para frikis y los que a veces nos contagiamos, no es que sea especialmente recomendable en lo que a la calidad musical se refiere. Se trata de la primera etapa profesional de Phillip Harvey Spector, entre sus 19 y 22 años, recién salido de la High School de Los Ángeles (aunque era un judío del Bronx) en la que se ocupó básicamente de componer canciones pop para adolescentes y producir discos para cantantes de fama efímera (incluyendo los dos o tres grupos que él mismo formó). Ahora bien, aunque estos setenta y cinco temas son de un empalagoso que abruma (love, love, love a mansalva) y musicalmente muy lejos de lo que ya se estaba ensayando por esas fechas en el ámbito anglosajón, puede verse la progresiva maduración del "estilo Spector" en la producción, ese "exceso" en la acumulación de instrumentos grabados y sobregrabados que daría en llamarse luego el "muro de sonido". Es decir, en estas primeras muestras puede adivinarse la que llegaría a ser la marca distintiva del que, sin duda, ha sido el más importante productor musical del siglo pasado y que llevaría a todos los grandísimos del rock a requerirlo para sus discos, aceptando soportar sus proverbiales manías perfeccionistas. No todos lo llevarían bien, siendo el caso más famoso el de Paul McCartney que parece que nunca quedó a gusto con el maravilloso Let it Be de 1970, hasta el punto de que en 2003 sacó el Let it Be Naked, esto es, desnudo de las mezclas de Spector (me abstengo de pronunciarme sobre la comparación de las dos versiones). Pero bueno, lo que está claro es que Phil Spector es uno de los protagonistas fundamentales de la música popular (en el idioma del imperio) de la segunda mitad del siglo XX y, para quien lo dude, ahí van algunos de los nombres que dejaron la producción musical de bastantes de sus mejores piezas a este tipo: las Ronettes, los ya citados Beatles y John Lennon y George Harrison en trabajos posteriores en solitario, Tina Turner, Leonard Cohen, los Ramones; además, su influencia se extendió a muchos más que intentaron emular su estilo de producción (desde los Beach Boys hasta U2).

 
To know him is to love him - The Teddy Bears (1958)

Desde 2009 Spector está en la cárcel cumpliendo condena por asesinato en segundo grado (sin premeditación). Los hechos ocurrieron el 3 de febrero de 2005. Spector, de 63 años, había decidido pasar la noche de marcha acompañado de una rubia. Después de estar en dos garitos de Hollywood y consumir bastante alcohol, cayó hacia las dos menos cuarto de la madrugada al House of Blues, un popular local de copas y música en vivo en el Sunset Boulevard de Hollywood Oeste. Allí, atendiendo de camarera para los clientes VIP, trabajaba desde hacía un mes Lana Clarkson (mientras seguía buscando algún contrato de actriz), una rubia de cuarenta años que había tenido una discreta carrera en la televisión y en películas de serie B. Cuando vio al músico, ataviado con una de sus extravagantes pelucas, pensó que era una mujer pero enseguida su jefe la corrigió y la instó a que lo tratara con la máxima deferencia. Al poco de llegar, la mujer que iba con Spector se marchó y éste pidió a Lana que se sentara con él, en el área privada del local. Pidió una botella de champán y bourbon y bebiendo y hablando se hicieron las dos y media, hora en la que la actriz acababa su turno. Pero en vez de irse a su casita –muy distinta habría sido la historia– aceptó subirse a la limusina de Spector para rematar la noche en la mansión de éste. Hay que suponer que, siendo los dos bastante adultos, tenían muy claro a lo que iban. Desde luego, Phil no era ningún Adonis, así que imagino que para Lana se trataba de una "inversión" destinada a reengancharse al show-bussiness. Al fin y al cabo, era una mujer muy guapa y a esas alturas de su vida ése era su principal capital.

 
Unchained melody - The Teddy Bears (1959)

La residencia de Phil estaba en Alhambra, un municipio de unos 90.000 habitantes en el centro-este del condado de Los Ángeles, a una media hora en coche (según Google Maps). Se trata de una enorme mansión de 800 m2 (con más de treinta habitaciones) erigida en los años veinte del pasado siglo sobre un promontorio desde donde se domina una vista panorámica del valle de San Gabriel y el fondo de montañas que lo enmarcan. La arquitectura, un pastiche que imita una fortaleza rural del medioevo francés, se debe a su primer propietario y constructor, un inmigrante de Pau que se había prometido a sí mismo que algún día poseería un castillo como los que veía en las colinas de su tierra. Spector lo había adquirido en 1998 y, para aquella aciaga noche, había conseguido convertirlo en un verdadero museo del kitsch, a juzgar por las fotos de los interiores que he podido ver (decoración hortera hasta la náusea). El nombre de la propiedad era y sigue siendo Pyrenes Castle (Castillo Pirineos), en obvio homenaje a la región de origen de su primer propietario. Ya de paso, comento que el nombre del municipio, se refiere ciertamente al complejo palaciego granadino, pero no se piense por ello que la ciudad es de origen hispano. Alhambra fue fundada en 1903 en la propiedad de un tal Benjamin Davis Wilson, un anglosajón de Tennessee, que se había instalado en California cuando el actual Estado era todavía provincia mexicana. Allí se casó con la hija de un importante hacendado y por esa vía, además de méritos propios matando indios y "norteamericanizando" el territorio a partir de su anexión a los USA, pasó a ser él mismo propietario de una enorme extensión de tierras. Su hija pequeña, Ruth, le pidió que las bautizara con el nombre de la Alhambra porque por entonces estaba enamorada de los cuentos de Washington Irving. Por cierto, esa niña años después daría a luz a George S. Patton, el general estadounidense que se hizo célebre durante la Segunda Guerra Mundial.

 
Spanish Harlem - Ben. E. King (1961)

Pero nos habíamos quedado con la parejita arribando a la mansión hacia las tres y poco de la madrugada del 3 de febrero de 2003. El chófer, un brasileño llamado Adriano de Souza (cuyo testimonio sería fundamental para condenar al productor), les abriría la puerta junto a la entrada principal y los dejaría solos. Lo que pasó durante las casi dos horas siguientes no se sabe a ciencia cierta pues la única fuente es la declaración de Spector. Según su versión, la actriz se mostró muy interesada por su colección de armas de fuego (había doce) y le pidió un revólver Colt Cobra del calibre 38, porque le ponían las pistolas. Para entonces, deberían estar ya bastante entonados, dado que cuando llegó la policía sobre la mesa de la sala había una botella de tequila vacía y vasos de cóctel. El caso es que hacia las cinco, el cañón de ese revólver estaba dentro de la boca de Lana y de él salió una bala que le voló los sesos, matándola instantáneamente. El cuerpo de la mujer quedó derrengado sobre una silla, el vestido de nylon negro manchado de sangre, trozos de dientes y uñas esparcidos en derredor y el bolso en imitación de piel leopardo colgando de su hombro derecho. De Souza oyó el disparo, entró a la casa y vio el cadáver y a un Spector visiblemente nervioso que –según la declaración del chófer– decía: "creo que he matado a alguien". Esta frasecita sería una de las más pesadas losas durante los juicios, aunque a mí me suena bastante extraña (¿por qué no dijo "creo que la he matado"; ¿estaba hablando solo en un estado de cierto desvarío?); los defensores intentarían sin éxito convencer al jurado de que De Souza había entendido mal (no dominaba perfectamente el inglés) y que en realidad lo que salmodiaba Phil era algo así como "creo que se ha matado". Lo que está comprobado es que el chófer se acojonó y salió de la mansión convencido de que se trataba de un asesinato (dijo que tenía miedo de que su jefe se lo cargara también a él). Una vez fuera, llamó por el móvil a la asistente del músico, según él para preguntarle la dirección de la casa de Spector (sabía perfectamente cómo llegar pero no la calle y el número); como le saltó el buzón de voz, se acercó a la puerta exterior a ver la plaquita y desde allí llamó a la policía y sus primeras palabras tras identificarse como el chófer de Spector fueron: "creo que mi jefe ha matado a alguien". Después de mantenerlo unos diez minutos al teléfono, apareció la policía de Alhambra, se encontraron con la escena y detuvieron inmediatamente al músico.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 592

Latest Images

Trending Articles